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De un árbol crecen semillas que con el viento se desprenden para volar a quiensabedónde, crecer para ser árboles y poder hablar. Pero un día una semilla se queda atrás y permanece en la rama del cerezo. Y así, bajo la promesa de que la semilla podrá quedarse “sólo un día más”, pasan los días… el árbol ya no quiere perder su compañía, pero ¿qué sucederá cuando un pájaro decide llevarse a la única semilla que nunca había volado a quiensabedónde? Escrito con mucha dulzura e ilustrado con trazos finos y pocos colores (por el mismo ilustrador que La isla del pequeño monstruo negro-negro), Quiensabedónde cuenta una historia que retrata la necesidad de tener libertad para crecer y el contrapunto de la sobreprotección. La simpleza de la ilustración sobre un fondo cálido y la transparencia de los trazos traducen tanto la dulzura e inocencia como la confianza en uno mismo y en el devenir. La repetición en el texto (“Un día más) marcará el ritmo de un viaje a quiensabedónde

 

Quiensabedónde

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De un árbol crecen semillas que con el viento se desprenden para volar a quiensabedónde, crecer para ser árboles y poder hablar. Pero un día una semilla se queda atrás y permanece en la rama del cerezo. Y así, bajo la promesa de que la semilla podrá quedarse “sólo un día más”, pasan los días… el árbol ya no quiere perder su compañía, pero ¿qué sucederá cuando un pájaro decide llevarse a la única semilla que nunca había volado a quiensabedónde? Escrito con mucha dulzura e ilustrado con trazos finos y pocos colores (por el mismo ilustrador que La isla del pequeño monstruo negro-negro), Quiensabedónde cuenta una historia que retrata la necesidad de tener libertad para crecer y el contrapunto de la sobreprotección. La simpleza de la ilustración sobre un fondo cálido y la transparencia de los trazos traducen tanto la dulzura e inocencia como la confianza en uno mismo y en el devenir. La repetición en el texto (“Un día más) marcará el ritmo de un viaje a quiensabedónde